by Mauricio Ortiz

Spanish

Opening of the First Chapter. Miho Hagino

A wooden stool. On the stool a bicycle wheel. On the stool and the wheel, a name: Marcel Duchamp. On the stool and the wheel and Duchamp, the quest of a Twenty First century artist: Miho Hagino.

In this exhibition Miho Hagino goes one step further in the line of coincidences gathering around her own personal life and the work of French master Marcel Duchamp. Starting with a collection of museum captions and the random finding of a Duchamp piece in a California cellar, Miho has established a reference system that allows her to move freely between realms that are distant and isolated only on the surface (and this revelation forms the core of her contribution): from personal intimacy to art history; from the beginnings of the Twentieth century to the beginnings of the Twenty First; from France to Pasadena, from Osaka to Mexico; from art that speaks about art itself, to art that speaks about who knows what; from painful memories of screws in the femur, to the pink radiating spokes of a bicycle wheel on a wooden stool: step by step a most unusual map emerges of an unwonted world.

The exhibited piece is a free interpretation of Duchamp’s renowned “Roue de bicyclette” (the 1913 original is lost), developed by Los Angeles artist Jason Rhoades as a contribution to Miho’s project. A red carpet leads the spectator from the elevator to the art-piece, which lies alone in a corner of the gallery space; this act of hospitality constitutes yet another stroke in the complex cartography. A video is presented in a neighboring room, showing some aspects of the bicycle wheel’s mysterious journey into Miho’s world. Among other things, the spectator will: get lost in a discussion between Miho and Rhoades concerning a cancer grown over one of the stool’s legs; enjoy Miho’s off-camera little nervous laughs; suffer along with the artist the difficulties of expressing oneself in a language other than one’s own; discover that the “Roue de Bicyclette” acts as a witness in Miho’s wedding to Paco Marcial.

The spectator is adviced to take certain precautions. He or she could easily become part of the work of art —in this regard Miho is ruthless—, so much so if the person wears a pink garment, brings a rose to the exhibit, has a key holder in the figure of a bicycle, has a broken spectacle, or comes from the countryside and bears the surname Deschamps.

Mauricio Ortiz


Apertura del primer capítulo -Already Made-

Miho Hagino

Un banco de madera. Sobre el banco una rueda de bicicleta. Sobre el banco y la rueda un nombre: Marcel Duchamp. Sobre el banco y la rueda y Duchamp la pesquisa de una artista del siglo XXI: Miho Hagino.

En esta exposición Miho Hagino continúa una línea de coincidencias en torno de su persona y la obra del artista plástico francés Marcel Duchamp. A partir de cédulas museográficas presentadas como piezas de arte y el hallazgo azaroso de una obra de Duchamp en un desván californiano, la artista ha ido estableciendo un sistema de referencias que le permite desplazarse con facilidad entre ámbitos que sólo en apariencia —y éste es el núcleo de su aportación— estarían distantes e incomunicados: de la intimidad personal a la historia del arte; de principios del siglo XX a principios del siglo XXI; de Francia a Pasadena, de Osaka a México; del arte que habla del arte mismo al arte que habla de quién sabe qué; de dolorosos recuerdos de tornillos en el fémur a los rayos color de rosa de una rueda de bicicleta sobre un banco de madera: poco a poco va surgiendo un insólito mapa del mundo insólito.

La pieza exhibida es una versión libre de la célebre “Roue de Bicyclette” de Duchamp (el original, perdido, data de 1913), elaborada por el artista angelino Jason Rhoades como una contribución al proyecto de Miho. Un tapete rojo conduce al espectador desde el elevador a la obra, que se encuentra en un rincón del recinto, y en ese acto hospitalario dibuja un trazo más de la complicada cartografía. En la habitación contigua se presenta un video que muestra algunos aspectos del misterioso recorrido de la pieza por el mundo, de la mano de Miho: el espectador podrá, entre otras cosas, presenciar la discusión entre Miho y Jason Rhoades acerca de un cáncer que le salió a la pata del banco; disfrutar las risas en off de la artista; padecer con ella las dificultades de expresarse en un idioma distinto al suyo; y descubrir que la “Roue de Bicyclette” es uno de los testigos en la boda de Miho con Paco Marcial.

Conviene al espectador ir con ciertas precauciones. En un descuido se constituye en parte de la obra, que en esto Miho es implacable: sobre todo si la persona tiene puesto un vestido rosa o cualquier prenda de ese color, si lleva una rosa en el ojal, si guarda en sus bolsillos un llavero en forma de bicicleta, si un vidrio de sus gafas está roto, o si viene de los Altos de Jalisco y se apellida Del Campo.

Mauricio Ortiz

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